(cOsAsDiveRTIdAs:238474) La farsa del impuesto Nac&Pop (politica)


 

La farsa del impuesto Nac&Pop
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Por Rubén Lasagno

 

Parece increíble que la sociedad mansamente acepte que le metan la mano al bolsillo, sin protestar, aún sabiendo que todos somos las víctimas y más aún, que los sectores medios y medios bajos, serán los más afectados.

Visto está que el gobierno nacional lejos pasa de ser "nacional y popular", como pretende, al menos que por nacional se tome el espacio territorial de los barrios privados o las mansiones de Puerto Madero, donde viven los funcionarios que migraron de la fría meseta Santacruceña y por popular, el universo de amigos-empresarios y militantes, que son favorecidos desde hace 10 años por subsidios, negocios millonarios y retornos.

La génesis del gobierno kirchnerista es conceptualmente un capitalismo de amigos en su más descarada versión, montado en un relato pseudo-altruista y haciendo uso de un progresismo simulado, donde, contradictoriamente, se toman medidas antipopulares, que erosionan puntualmente el bolsillo de la clase media y fabrica más pobres día a día, pero que se vende inexplicablemente bien, a una sociedad que parece aletargada, adormecida y crédula de las más descabelladas medidas antisociales que adopta y propone este gobierno desesperado y en declive político.

Sin embargo, la culpa no es del kirchnerismo; la verdadera culpa es de la sociedad que se lo permite. No hay reacción unánime ante el atropello y entonces, nos siguen atropellando. No hay exclamación de protesta ante tanta confiscación de nuestras libertades, nuestra moneda y nuestra confianza y no siguen confiscando.

Estamos inmersos en una sociedad con visos de masoquismo estructural. Nos meten el dedo en la nariz día a día, con remiendos financieros, impuestazos, cepos, devaluaciones brutales y así y sin pausa van coartando permanentemente nuestro libre albedrío, nuestra posibilidad de usar la democracia como forma de vida y nos cocinan de a poco en la plutocracia, el gobierno de aquellos que detentan la riqueza mal habida y a expensas del Estado, ente soberano al cual han perforado como un queso, con tanta corrupción y desmanejo exponencial de los recursos para usufructuar de sus beneficios.

La sociedad incólume, asiste como zombie al relato del gobierno y ve reaparecer a una presidenta luego de 43 días de llamarse a silencio, para escucharla decir lo mismo que en el último discurso, pero recargada de egocentrismo y perturbada por la realidad que acecha, a pesar de sus palabras y ella lo sabe.

Cristina, en su reingreso, habló de todo, menos de lo importante. Como corresponde, puso las culpas de todos los males fuera de su gobierno, ensayó una parábola entre su "desaparición" y los "desaparecidos", pero gambeteó la inflación galopante que nos está matando, la disparada del dólar, los cepos a las compras, los impuestazos recesivos, la enormes desocupación que tenemos, la caída brutal de las reservas y tampoco remarcó que en estos últimos 30 días, se conjugó la mayor devaluación de la moneda en los últimos 12 años.

Pero la sociedad es la culpable, no la presidenta. Como seres humanos, como personas y luego como ciudadanos, no debiéramos permitir que gente puesta allí para realizar un servicio público, nos gobierne como en una plutocracia. No somos espectadores, somos actores centrales y si se quiere, somos las víctimas de sus decisiones; por lo tanto, es nuestra decisión dejar que nos manipulen y nos roben el futuro, o exigirles honestidad y compromiso.

El mejor ejemplo

No vi a los concesionarios de autos, a los autopartistas, empresarios y lo que es peor, no vi a los trabajadores de las tantas fábricas de repuestos y ensamblaje de autos y motos, reclamar airadamente ante la Casa Rosada por el impuestazo a la industria nacional, bajo la flagrante mentira de que se trataba de un impuesto a los "vehículos de alta gama".

Era tan desesperante ver que el gobierno le estaba mintiendo a la gente, como muy triste comprobar cómo los argentinos compramos el paquete cerrado, sin mirar lo que viene adentro.

Con la excusa de gravar la "alta gama", el kirchnerismo aumentó entre el 30 al 50% los autos que usa la clase media en general ya que al no elevar el piso de 170 mil pesos (que ya es irrisorio) al ritmo de esta inflación, todos los autos, incluyendo el W Gol, quedará tocado por el impuesto en pocos días más. Ni hablar que de paso, se gravó con un nuevo impuesto la transferencia y se elevaron los costos tramitales de todos los autos sin excepción, incluyendo los usados.

Los empresarios ya dijeron que en estas condiciones habrá reducción de personal, se retraerán las ventas y las casi 40 fábricas de motos, cuatriciclos y repuestos que hay actualmente, anunciaron que dejarán de construir modelos, dado que los vehículos más caros, sostienen la producción a menor costo de los modelos más económicos.

Cuando esto suceda (mecanismo que ya comenzó) y las fábricas comiencen a retraerse, habrá despidos y gente sin trabajo. Allí sí, saldrán a la calle, pero será muy tarde. Esa persona que va a quedar sin trabajo, no es la que accede a un auto de "alta gama"; será el laburante, el eslabón más débil de esta cadena; aquel que cuando se anunció el impuestazo, no le importó, porque (según el gobierno) iba afectar solo a los de mayores recursos.

Tan corta es la visión de los argentinos en algunos temas fundamentales, que quedamos atrapados entre la inocencia y la estupidez. Así como con el impuesto a los bienes personales, hubo un sector que se levantó contra la medida (y no era el menos pudiente, precisamente) y frenó la embestida, el trabajador metalúrgico y de las fábricas, no movió un dedo por su futuro, frente el impuestazo automotor y ante tanta pasividad, el gobierno actuó en consecuencia, pues al no presentársele un foco de resistencia, usó la vía libre para convalidar este nuevo despropósito impositivo, de un Estado que en vez de achicar el gasto, le quita a los pobres para enriquecer aún más a los ricos, entre ellos, a los bancos que lucran con la bicicleta financiera que genera la especulación del dólar.

La década ganada para algunos, es la década perdida para la mayoría. Dependerá de qué lado del "nosotros" y "ellos", como le gusta decir a la presidenta en sus discursos, separados de "buenos y malos", de "kirchneristas y no kirchneristas", esté el ciudadano medio, para contar de a cientos los millones acumulados gracias a los beneficios del modelo K , o cobrando un subsidio por desempleo en algún rincón del país, a la espera de un trabajo o de que otros cambien lo que no le interesó modificar a él, cuando tuvo la oportunidad de elevar su voz para que no lo marginaran.

De acuerdo a la definición del propio Bernard Shaw, Plutocracia es una dominación del poder real por la fuerza bruta del dinero que reduce a la nada a la democracia "a la cual ya no se compra – dice el dramaturgo – se la embauca". Hoy y desde hace varios años, los argentinos estamos siendo embaucados de que vivimos en una democracia con visos de "progresismo" donde todo se sloganiza y se somete al membrete popularizado de lo "Nac & Pop"; lo cierto es que de nacional y popular solo quedan las masas de laburantes que día a día sostienen el aparato deficitario de un gobierno corrompido y errante, que no logra zanjar sus propios yerros y su inclaudicable voracidad por los recursos públicos.

 

 

 

 

 



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