(cOsAsDiveRTIdAs:163531) * La maldición de Tutankamon

* La maldición de Tutankamon
 
Lo que hoy en día conocemos como la maldición de Tutankamon fué en su momento un cúmulo de coincidencias y circustancias que crearon un halo de misterio alrededor del descubrimiento. Este misterio fue hábilmente explotado por los medios de comunicación de la época. Es una historia interesante y muy novelesca.
Evidentemente no es cuestión ahora de debatir si existe o no existe la
maldición en términos de magia y brujería. Una discusión así no tiene
sentido. Lo que si es interesante es comentar algunos de los sucesos que tuvieron lugar y que provocaron el nacimiento de la leyenda.

La historia comienza mucho antes de la llegada de Howad Carter a Egipto. Las historias de maldiciones circulaban desde tiempos remotos. Para aumentar la superstición, entre los obreros se comentaba que una supuesta inscripción
supuestamente encontrada en el Valle de los Reyes rezaba: "La rápida muerte alada vendrá a por quien disturbe la paz del rey". No hay pruebas de que esta inscripción existiera ni que los trabajadores egipcios hubieran podido leerla, pero la cuestión es que creían en ella, y eso bastaba para crear una atmósfera de misterio que hiciera que las cosas más naturales parecieran designios malvados de los dioses.
Carter llevaba varios años buscando la tumba de Tut. En 1922 Lord Carnavon concedió fondos para una última temporada de excavaciones. La anecdota es que Howard Carter se llevó desde inglaterra como mascota a un canario amarillo. En palabras de Reis Ahmed "un pájaro de oro que nos llevará hasta la tumba". De hecho, la importancia que se daba entre los obreros al ave era tal que después del descubrimiento la tumba fue bautizada como la "del
pájaro de oro".
El 4 de Noviembre de 1922, Howard Carter descubrió un escalon tallado en la roca. Después se encontraron quince escalones mas, y finalmente la puerta sellada con el nombre de Tutankmamon. Carter ordenó tapar el pasillo y colocó a diez de los hombres más leales fuertemente armados a custodiar el lugar. Por la noche, al regresar a su casa en la entrada del Valle de los Reyes se encontró a su criado horrorizado delante de la puerta. Una cobra había matado al canario. Las palabras del criado fueron "la serpiente del faraón se comió al pajaro porque nos llevó hasta la tumba".
Carter, hombre práctico, se aseguró de que la serpiente estaba fuera de la casa y envió al criado a dormir.
Después vino la apertura de la tumba, la alegría del descubrimiento, el traslado del tesoro hasta El Cairo, y otros muchos eventos que hicieron que todos olvidasen la maldición. Varios meses después comenzaron a encadenarse las desgracias.
En 1923, cinco meses después de entrar en la tumba Lord Carnavon moría en El Cairo, víctima de una enfermedad tropical causada por la picadura de un insecto en el carrillo izquierdo. Un apagón en El Cairo sucedido horas antes del fallecimiento añadió más misterio. Los más supersticiosos contaron que el apagón anunciaba la llegada del espíritu del faraón. Algún periódico londinense aseguró, además, que el perro de Lord Carnavon murió en Londres exactamente a la misma hora que su dueño fallecía en El Cairo, pero de esto no hay ninguna evidencia. En su época la enfermedad de Carnavon se diagnosticó como pneumonía, si bien hay que considerar que en 1923 aun no se
mucho sobre la pneumonía, asi que cualquier enfermedad que provocaba altas fiebres y problemas respiratorios era diagnosticada como pneumonía.
En 1925 se desenvolvió el cuerpo de Tutankamon. Se encontró que tenía una herida seria en el carrillo izquierdo, posiblemente la que le causó la muerte. Alguien recordó que la picadura del mosquito de Carnavon fué en el mismo sitio, y leyenda siguió creciendo.
Hasta 1929 habían muerto de forma no natural once personas que podían ser relacionadas de una u otra forma con la expedición de Carter. Entre los casos más llamativos estan los siguientes:
- Arthur Mace, arqueologo y miembro de la expedición, entró en coma por agotamiento en su hotel y falleció dias después ante la sorpresa de los médicos.
- George Could, amigo personal de Carnavon, murió dos días después de visitar la tumba de Tut víctima de altas fiebres
- Archibald Reid, el radiologo que utilizó rayos-X para determinar la edad de Tut sufrió un colapso por agotamiento, fue enviado de vuelta a Londres y falleció poco tiempo después del regreso
- Richard Bethell, secretario personal de Carter falleció de un infarto
cuatro meses después del descubrimiento
- Lord Westbury, el padre de Richard Bethell, se suicidó saltando desde lo alto de un edificio. Dejó una nota enigmática: "I really cannot stand any more horrors and hardly see what good I am going to do here, so I am making my exit"
En 1935 la prensa sensacionalista había atribuido "oficialmente" 21 muertes a la maldición del faraón, aunque algunos medios elevaban la cifra por encima de los 30.La guerra distrajo la atención de los medios, pero el asunto no quedó nunca lo bastante olvidado.
Howard Carter, hombre muy práctico, vivió hasta los 66 años, muriendo en Londres en 1939 por causas perfectamente naturales
La maldición resurgió en 1966, cuando el director egipcion de antiguedades, Mohammed Ibrahim negó el traslado a Paris de objetos de la tumba a causa de las terribles pesadillas que anunciaban su muerte si dejaba salir las reliquias de Egipto. Forzado por su gobierno aceptó el traslado, y murió atropellado el mismo día que firmó la autorización.
El record actual de desgracias lo ostenta la exposición de Londres de 1972.
El director de antiguedades egipcio Gamal Mehrez, sucesor de Ibrahim, murió la noche siguiente a la supervisión del empaquetado de los objetos. Los miembros de la tripulación de vuelo corrieron diversa suerte. El teniente Rick Laurie murió en 1976 de un infarto. Su esposa enloqueció y aun hoy cuenta que a su marido lo mató la maldición. El ingeniero de vuelo Ken Parkinson sufrió un infarto al año desde 1972 hasta su muerte en 1978. El oficial Ian Lansdown confesó haber dado una patada al cofre que transportaba la mascara mientras le era escayolada la pierna que se fracturó gravemente al romperse una escalera de hierro por la que descendía días mas tarde.
Tardó seis meses en volver a andar. La casa del teniente Jim Webb quedó devastada por un incendio mientras trasnportaban el tesoro hacia Londres.
POr último, Brian Rounsfall, que durante el vuelo se entretuvo jugando a las cartas sobre la caja que contenía el sarcófago sufrió dos infartos el año siguiente.
 
Estos son una parte de los hechos que forjaron la leyenda de la maldición de Tutankamon. A partir de aquí que cada uno piense lo que quiera. Quien quiera buscar maldiciones encontrara maldiciones y quien quiera buscar coincidencias encontrará coincidencias. A fin de cuentas cada uno puede creer lo que quiera.
Pero el asunto no está cerrado ni mucho menos. Un desafortunado artículo lleno de imprecisiones publicado en el Skeptical Enquirer hace algunos años añadió bastante crispación al ambiente y dificultó cualquier investigación seria del tema. Por otra parte, el año pasado (1998) se publicó en Nature un interesante estudio sobre los efectos de los virus durmientes; esta hipótesis actualmente en estudio está siendo empleada para intentar explicar de forma científica algunas de las muertes más llamativas atribuidas a la "maldición", pero la historia de los virus durmientes es otra historia, y este mail ya es demasiado largo.

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