(cOsAsDiveRTIdAs:188554) * EL PENITENTE

* EL PENITENTE
 
Hace tiempo en el país Vasco se acostumbraba que a medianoche salieran los penitentes, descalzos y con la espalda descubierta, llevando unos pequeños látigos para azotarse. Rodeaban el pueblo en que vivían hasta llegar a la puerta, donde solía haber una imagen. Ahi oraban y se azotaban hasta que sus espaldas quedaban en carne viva y sangraban. Esto resultaba tan sobrecogedor que los vecinos madrugadores se alejaban de ellos, impresionados y hasta asustados.
En un pueblo de la costa el mas madrugador era un pescador llamado Chili. Era el encargado de ir hasta la atalaya, mirar como estaba el mar ese día, y avisar a los demás pescadores si el buen tiempo les permitía trabajar, y debían levantarse inmediatamente, o si el temporal no les dejaría salir del puerto, y podían dormir otro poco.
En una ocasión Chili y sus compañeros hablaban de los penitentes, del miedo que llegaban a causar. Chili se burló asegurando:
-¡Es de cobardes asustarse asi! ¡si el mismo diablo vestido de penitente se me apareciera, no escaparía, hasta lo acompañaría si lo pidiera!
Los otros pescadores se persignaron ante la bravata, y Chili rió aun mas burlón.
Esa madrugada, como de costumbre Chili fue hasta la atalaya para ver el mar, y mientras oteaba la costa vió venir una sombra mas negra que la penumbra, que le dijo:
-Oye, muchacho, quiero llegar al lpie del monte Oíz antes del amanecer, y no se el camino, ¿me acompañas?
Distraido, Chili le constestó:
-No se puede llegar ahi tan pronto, no cuentes conmigo-
-Ayer prometiste que acompañarias a cualquier penitente, si tienes palabra, ven conmigo.
Molesto, Chili replicó:
-¿ y quien avisará a los pescadores que pueden salir al mar?
-De eso no te preocupes, porque el temporal no le permitirá pescar hoy.
Entonces Chili vió que en efecto el oleaje se hacía cada vez mas agitado, asi que accedió finalmente. Empezaron a caminar los 2 y rodeando las murallas de la villa llegaron bajo el arco de San Pedro. Chili le dijo entonces al penitente:
-bueno, ahi tienes una imagen
Pero el penitente ni siquiera se detuvo, y continuó caminando cada vez mas rápido. Pronto llegaron a otra puerta y otra imagen, y como el penitente tampoco parecía querer detenerse, Chili le comentó burlón:
-Si no tienes valor para azotarte, yo te azotaré y así me calentaré las manos
-¿Tienes frío? Pues yo te calentaré pronto
Siguieron caminando hasta la tercera puerta, donde había una imagen de la virgen María. El penitente agachó la cabeza como avergonzado y siguió adelante sin detenerse.
Salieron así del pueblo, caminando cada vez mas aprisa, Chili empezó a cansarse y dijo:
-Acorta el paso porque sudo
-¿Sudar ahora? lo que tu tienes es miedo, porque eres un cobarde
Chili pensó golpear al penitente, pero en ese momento vió que éste tenía garras en vez de dedos, horrorizado, sin saber que hacer, ganó tiempo con una mentira:
-Yo no tengo miedo
Continuaron caminando y a Chili ya le costaba trabajo conservar el paso, pero seguía con la intención de llegar hasta El Cristo del Portal, donde se despediría del penitente y regresaría, sin importar que el otro le llamara como quisiese. Sin embargo el penitente dió un rodeo para no pasar por el Cristo, y cuando Chili se le acercó para despedirse, le mostró finalmente el rostro. El penitente tenía hocico, era monstruosamente feo. Miró fijo al pescador y se rió de él diciendo:
-Tienes miedo, Chili, tienes miedo
Chili temblaba, pero aun así replicó como pudo:
-No, no tengo miedo
A toda prisa subieron, dejando atras el puente, aunque Chili había visitado el lugar muchas ocasiones, ahora no veía nada familiar, y estaba desorientado y confuso. Muy asustado, tomó el rosario que llevaba en un bolsillo y comenzó a rezar. De nuevo el penitente le miró con su rostro espantoso y le dijo socarrón:
-Tienes miedo, anda, admítelo de una vez por todas.
En ese momento ya estaban junto a la ermita de Oibar. Chili corrió hacia el santuario, empujó la puerta y entró en ella al tiempo que gritaba:
-¡Madre mia,tengo miedo, salvame!
Y buscó refugio junto a una imagen de la Virgen. El horrible penitente rugió de rabia y gritó:
-¡Otra vez deja en paz al diablo! ¡ya habías caido en mi poder, da gracias a eso que llevas en las manos y al lugar en donde estas refugiado! ¡si no es por ellos no te me escapabas!
Y antes de desaparecer golpeó con todas sus fuerzas la puerta de la ermita, donde quedó la huella negra y quemada de sus garras.
Chili ya no volvió a alardear vanamente, y por bastante tiempo los lugareños pudieron contemplar la huella del diablo en la puerta. Hoy todavía esta la ermita, pero la antigua puerta se perdió durante las ultimas reparaciones. 
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 13.gif picture by Amaliagg

  

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 

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