Todo sucedió cerca de Talavera de la Reina , en la carretera N-V. Un hombre, cuyas iniciales eran A.J.M., conducía bajo los efectos del alcohol, cuando fue obligado a detenerse por una patrulla de la Guardia Civil que estaba llevando a cabo un control rutinario de alcoholemia.
Mientras la pareja de guardias civiles le estaba pidiendo la documentación, tuvo lugar muy cerca de allí, a unos escasos 300 metros , una colisión entre dos vehículos.
Dicho acontecimiento obligó a los agentes a alejarse durante unos minutos de allí para socorrer a los accidentados.
Aprovechando la circunstancia, el conductor, que presuntamente estaba bebido, se dio a la fuga.
Cuando A.J.M. llegó a su domicilio, y tras meter el coche en el garaje y cerrar éste con llave, le dijo a su mujer que, si alguien preguntaba, dijera que él había pasado toda la noche en casa.
Le pidió, en definitiva, que mintiera para salvarlo de la pérdida de seis puntos.
No obstante, tres horas después aparecieron dos agentes de la Benemérita en su puerta.
Tanto el conductor como su cónyuge aseguraron que habían estado juntos toda la noche en casa.
Juraron y perjuraron, hasta que los agentes les dijeron que les mostrasen su garaje.
Allí estaba, solo y con las luces superiores aún encendidas: El coche patrulla de la Guardia Civil.
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