(cOsAsDiveRTIdAs:190159) Peor fue la caida de Roma (sobre el descenso de River Plate)


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Peor fue la caída de Roma

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por Hugo Caligaris

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Como hincha de River, siento lo mismo que todos: que el cielo se nos cayó encima, con sus estrellas y sus planetas. Éramos el centro del sistema solar y ahora hasta el lejano y minúsculo Plutón nos toma el pelo. Lo que no podía pasar pasó. Es el fin del mundo tal como lo habíamos conocido. Ayer, cuando el domingo anochecía, el amanecer de este lunes parecía una posibilidad bastante remota.

Pasé unas cuantas horas catatónico ante el televisor cuando Olave le atajó el penal a Pavone. No tenía la mirada perdida: veía la tierra incógnita, el desierto al que nunca pensé que íbamos a ser arrojados, la selva de la B, en la que tan pronto se llena el extranjero de furia como de tristeza. Recordé que en Atenas cuando uno cometía un delito horrible era castigado con la muerte, pero cuando el crimen era todavía peor, se lo sancionaba con la pena más grave: el destierro.

Lo mismo que le pasó al general Temístocles en el 471 antes de Cristo por haber colaborado con los espartanos nos pasa ahora a los de River, injustamente acaso, ya que nosotros no colaboramos con nuestros rivales. O acaso sí: tal vez el desarreglo espiritual y técnico con el que nuestro equipo salió a estropearlo todo en el segundo tiempo haya sido una forma de colaborar con Belgrano.

Me costó, como dije, un buen rato volver al optimismo que trabajosamente he transformado en norma de vida. Sacando fuerzas de donde parecía no haberlas, me puse a buscar razones para no perder las esperanzas.

Esto es lo que pensé: la historia no se hace con lo mismo de siempre. La historia se construye con lo que no podría haber sucedido y, sin embargo, ocurre. No es bonito, no siempre es agradable andar haciendo historia, pero hay que ser cobarde, no hay que tener ni corazón ni agallas para volverle la espalda cuando pasa.

La caída de River, nuestra caída, me dije, se parece a la caída de Roma. Este River es como el imperio de Occidente a mediados del siglo V de nuestra era. El emperador Valentiniano III, que asesinó a traición al heroico general Flavio Aecio, me hizo acordar de pronto a Aguilar. La rápida ascensión y caída de sus sucesores Avito, Mayoriano y Ricimero me hicieron pensar en Cappa y en Jota Jota. Desde Boca hasta Lanús, todos nuestros adversarios fueron idénticos al bárbaro Genserico.

Roma fue saqueada y cayó: pasó lo que no podía pasar. Y, sin embargo, miren a los italianos de hoy día. Resurgieron de sus propias cenizas, volvieron a la primera división europea, es probable que incluso sobrevivan a Berlusconi y de vez en cuando hasta se dan el lujo de pelear un campeonato mundial. Y eso que soportaron un desastre peor que el del Monumental en la nefasta, pero soleada tarde de ayer.

Ojalá sirva este ejemplo de consuelo. Si no, habrá que buscar otros. Es tiempo de hacer volar la imaginación para salir del pozo. Con el plantel y la gerencia institucional en el actual estado, es lo único que todavía puede volar un poco.

DIXIT

"La historia se construye con lo que no podría haber sucedido y, sin embargo, ocurre. No es bonito, no siempre es agradable andar haciendo historia, pero hay que ser cobarde, no hay que tener ni corazón ni agallas, para volverle la espalda cuando pasa".
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