Cosas Divertidas

LA REAL EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA

Los enemigos de España siempre andan dando lecciones de civismo y humanidad, Criticándonos y humillándonos a costa de nuestras derrotas y nuestras miserias, ensalzan sus actos y desprestigian o mancillan los nuestros.

Sin embargo en mitad de una época oscura y turbulenta para Europa, donde hacía muy poco que habían caído al cestón de la guillotina las cabezas de los reyes gabachos y de algunos más y un tal Napoleón empezaba a despuntar, donde Inglaterra era la dueña de lo siete mares y en España había, como siempre, unos reyes abúlicos e inútiles y éramos el hazmerreír y la comidilla de las naciones civilizadas a costa de los líos entre la Reina y el sin par, arribista e inútil Godoy.
España a pesar de todo le enseñó al mundo la razón por la que una vez habíamos sido grandes.

Desde hacía siglos los hombres, sin distinguir naciones ni credos, han sido azotados por la enfermedad, en periódicas epidemias que mataban a millones de personas. Plagas terroríficas y letales como la peste negra o quizá la peor de todas que era la viruela.

En 1796 la viruela batía récords de mortalidad en el mundo entero, sobretodo se cebaba con los más pequeños.

En Inglaterra un avispado médico observando a unas granjeras que cuidan su rebaño de vacas, se pregunta la razón de porqué la comunidad no ha padecido nunca la terrible enfermedad.
Se da cuenta de que las muchachas, al cortarse y magullarse en su ruda faena diaria contraen una variante de la enfermedad mucho menos virulenta y mortal.
Es la variante animal del virus y las muchachas de la granja gracias a ello están a salvo de la terrible enfermedad.
Edward Jenner que así se llama el avispado médico, desarrolla entonces la primera vacuna y gracias a él la humanidad se libra de uno de sus mayores y más terribles azotes.

Siete años después en la atrasada y embrutecida España, que seú nuestros rencorosos enemigos solo piensa en capillas y hogueras organiza la primera expedición sanitaria de La Historia. El nombre de la expedición ya lo dice todo.
Real Expedición Filantrópica de La Vacuna.

La dirige el Cirujano de Cámara Real Don Francisco Javier Balmís.
Sale la expedición desde La Coruña en noviembre de 1803.
Embarcados en la corbeta “María Pita” viajan veintitrés niños expósitos y con ellos la rectora de su orfanato. ¿Niños?, se estarán preguntando, pues sí puesto que es la única e ingeniosa manera de transportar la vacuna viva, los niños se irán contagiando, pasando de brazo en brazo durante el trayecto.
Una solución inteligente y osada. Española. Y es que en éso de buscarnos la vida…

Y así cruzan el Atlántico y llegan a Puerto Rico, donde se enteran que otro médico español, Don Francisco Oller Ferrer ha vacunado ya a más de mil quinientas personas. La vacuna la ha conseguido en una colonia inglesa.
La Expedición pone rumbo entonces a La Guaira, en Venezuela, donde se divide.
Balmís pone rumbo a La Habana, pero resulta que hasta allí también ha llegado la labor de Francisco Oller, así que se dirige entonces a Yucatán, Mérida y Campeche, desde donde vuelve a dividir sus fuerzas para ocupar la mayor extensión de territorio posible. Una parte se dirige hacia Villahermosa, Tabasco, Chiapas y de allí hasta Guatemala. Balmís llega hasta Veracruz y Ciudad de México.

José Salvany Llopart es el subdirector de la expedición, es el que se había dirigido a La Guaira desde donde baja hasta Cartagena de Indias y allí reciben a los expedicionarios como a césares, aclamados por la agradecida población que sabe que traen la salvación en los bracitos de aquellos niños.
En diciembre remontan el río Magdalena y llegan hasta Santa Fe de Bogotá, vacunando por el camino a todo el que salía a su encuentro.
Salvany está enfermo de gravedad pues padece una tuberculosis terminal y todos le aconsejan regresar, pero él se niega.
Al recibir noticias de que en Quito se espera un brote de la temida enfermedad, sin pensar en su propio bienestar, Salvany hacia allí se dirige, salvando con su acción a cientos de personas.

Desde Quito, los expedicionarios no se detienen, marchan hasta Piura y Lima. Los brazos de la expedición se extienden. Salvany muy enfermo ha enviado a sus colaboradores hacia Tumbez y Chile. Él muere a causa de su enfermedad en Conchabamba. Se estiman en dieciocho mil los kilómetros recorridos y en doscientas mil las personas vacunadas solamente contando su parte de la expedición.

Los que marcharon hacia Chile se encuentran allí con los primeros hervores independentistas.
La expedición ha sufrido calamidades sin cuento, robos, naufragios, marchas interminables… Pero también mucho reconocimiento y cariño del pueblo.

Balmís también enfermo y agotado embarca en Acapulco rumbo a las Filipinas, tierras también del Rey de España y bendecidas también por la generosidad española.
Tierras que tuvieron la suerte de ser nuestras y no de otros. Que se lo pregunten sino a los sioux, los cheyenes y a los demás indígenas del río Grande hacia arriba…

En su vuelta a España, el corazón generoso de Balmís introduce también la vacuna en China, y de regalo vacuna al gobernador de la isla de Santa Elena, posesión inglesa que se haría famosa años después por convertirse en residencia de un tal Napoleón.

Y de esta manera, en aquellos años oscuros de motines de Aranjuez, de desastres navales como el del Cabo San Vicente, funestos pactos de familia con los franceses, en aquellos años de hambres y miserias, de antesala de Trafalgar y el Dos de Mayo, España, con dos cojones, llevó la novedosa vacuna allende los mares.

Y salvamos así millones de vidas, quizá más que las que se perdieron cuando la vilipendiada Conquista, seguramente más.
Pero el mundo sigue recordándonos por lo que escribió Fray Bartolomé de las Casas, chaquetero gabacho, y no por hombres como Francisco Javier Balmís.

Y de éso tenemos la culpa nosotros, por olvidadizos, por estúpidos, por …Españoles.

A. Villegas Glez. 2012