Cómo bancárselos hasta el 2015
por Alejandro Borensztein

A veces pienso que la única manera de convivir con el kirchnerismo es durmiendo en camas separadas. Es más, teniendo en cuenta cómo reaccionaron después de la derrota, Juan Verdaguer diría que “es un buen momento para que mi mujer agarre sus cosas y se vaya por un tiempito a la casa de mi suegra ... digamos, hasta que yo me muera”.

Ni hablar si en octubre llegan a perder por una diferencia aún mayor. El clima podría tornarse irrespirable.

Me temo que, si todo esto sigue así, terminaremos arruinando los logros de la década ganada. Por ejemplo, volver a vivir confundidos sobre cuándo inicia el espacio publicitario y cuándo termina. Dios no lo permita.

¿De qué manera aguantar esta relación con el kirchnerismo sin tirar todo por la borda? En principio, manteniendo la calma y sin echar más leña al fuego. Es responsabilidad de todos dejar a esta gente en paz por un buen rato. Además, no es de buena madera andar ensañándose con un gobierno en la derrota.

No se le pega a alguien cuando está caído. Tampoco es cuestión de dejar que se levanten mucho, por las dudas. Pero si usted es de los que agachó la cabeza cuando Moreno lo llamaba para amenazarlo, ahora no se haga el valiente. Aprenda de los dirigentes que viajaron a Río Gallegos convocados por la Compañera Jefa al grito de “que vengan los titulares”. Los empresarios y los sindicalistas bien podrían haber contestado que ellos no eran los jefes de ningún político, que eso es un insulto al pueblo que los votó y un desprecio por la democracia toda. Sin embargo, se contuvieron, aplaudieron como siempre y no le dijeron ni mu.

Unos caballeros. Medio cagones, pero caballeros al fin. De ese modo, se pudo concretar un diálogo fructífero. Ella les dijo: “Hola, ¿qué tal? ¿cómo les va?” Y ellos fijaron claramente su posición con un rotundo: “Muy bien, ¿y usted?” Luego la Presidenta les pidió que hagan una autocrítica y se volvió a Buenos Aires. Un éxito.

Si usted es parte del 75% de gorilas y cipayos que votaron en contra, le sugiero que no festeje por adelantado. Como dijo Winston Churchill: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”. Cautela. No sea cosa que el kirchnerismo les haga la gran Carrie, de Brian de Palma, y saque la mano de abajo de la tumba. O la gran Glenn Close en el final de “Atracción Fatal”.

Diana Conti en la bañadera, saliendo de abajo del agua con el cuchillo en la mano, es una situación que no se la deseo a nadie.

Vamos, compórtese y sea piadoso. Piense que a los kirchneristas, en sólo 6 meses, les enchufaron al Cardenal Bergoglio como Papa, perdieron todos los juicios, les nació Lázaro y sus cajas fuertes, y encima ahora dependen de Scioli. Cuando brindaron en la última Nochebuena esto no estaba ni en la peor de sus pesadillas.

Es más, creo que es responsabilidad de todos lograr que el gobierno siga la lucha y alentarlos a no abandonar sus tradicionales batallas contra no se sabe quién. Por suerte esta semana, el gobierno se lanzó en pos de un nuevo fracaso: echar a LAN. Y la verdad es que hay que reconocerles el mérito de haberse estrolado en un par de días nomás. Una vez más chocaron contra la Justicia. La falange de propaganda oficial aprovechó el escándalo y puso un videograph: “LAN es la línea de bandera de la oposición”. Genial. Nada que ver con la bandera de Chevron que flamea en Vaca Muerta y en California, seguramente con una inscripción que dice: “The Cámpora”. Puedo imaginarme al CEO de Chevron, John Watson llegando a su casa en Mountain View y recibido por sus hijos al grito de: “Watson, Watson, Watson is Chevron, here are the kids for the liberation” (en inglés no rima demasiado, pero se entiende).

Y si usted es K y siente que se acerca la hora del final, enfréntenla con dignidad hombre. No puede ser que el kirchnerismo, después de tanta lucha, termine claudicando de la manera que lo está haciendo ahora.

Años maltratando y patoteando a Scioli para terminar colgados del Compañero Lancha para que los salve. Y encima ahora esté evaluando usar la imagen de Karina Rabolini para sacarle votos a Massa. ¿Qué fue de esa militancia revolucionaria que tantas satisfacciones nos dio? ¿Adónde iremos a parar? ¿Terminaremos viendo al Cuervo Larroque y a Kunkel posando como personajes del año en la tapa de Gente ? ¿O a Mariotto, Coscia y Forster sentaditos en el Faena y disfrutando de un desfile de Jorge Ibáñez? Dios no lo permita. Tanto proyecto nacional, tanta causa popular, tanto modelo de inclusión, y al final van a terminar en la tapa de Caras con un titular del tipo: “De Vido nos muestra su nueva chacra y declara: estoy más enamorado que nunca”. Vamos viejo, mantengan el falsoprogresismo y disimulen el menemismo hasta el final.

Y si usted es un ex K desencantado porque descubrió que durante años le vendieron un buzón, que de progresistas tienen poco y nada, y que ahora el gobierno está desencajado y dispuesto a cualquier cosa, no se desespere ni se sienta solo. Ya lo dijo Rodney Dangerfield: “Mi mujer le tenía miedo a la oscuridad hasta que un día me vio desnudo y ahora le tiene miedo a la luz”.

Animo. Tómeselo con calma. No está dicha la última palabra aunque todo hace suponer que quienes ganaron (Massa, Binner, Michetti, Schiaretti, Cobos y Lilita entre otros), en octubre ganarán por más distancia aún. Pero mejor no adelantarse. También dijo Winston Churchill cuando rechazó asociarse con Artemio López: “Evito siempre predecir de antemano, porque es mucho más fácil hacerlo a posteriori”.

Tanto si usted está harto del gobierno como si es parte de quienes lo adoran, no se enloquezca.

Faltan dos años y hay que pasarla lo mejor posible. Siga las enseñanzas de aquel viejo líder inglés y nunca se olvide de que, así como lo ve, el tipo se cargó al Führer con el Tercer Reich y todo. Pensar que acá el kirchnerismo todavía no sabe cómo sacarse de encima a D’Elía.

Finalmente y como dijo, una vez más, Churchill: “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Con los fracasos andamos fenómeno: alcanzan y sobran. Lo de sin desesperarse, bueno... en fin, vamos viendo.

 




 



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