(cOsAsDiveRTIdAs:235307) La dama de blanco (politica)

 

La dama de blanco
http://www.rionegro.com.ar/diario/la-dama-de-blanco-1389127-9539-nota.aspx
por James Neilson

 

Hay que sentir simpatía por la muchachada kirchnerista, por estos jóvenes y no tan jóvenes bulliciosos que vibran de emoción y saltan toda vez que Cristina pronuncia palabras como "modelo", "profundización", "soberanía hidrocarburífera" y otras que les son igualmente conmovedoras. Están desconcertados por lo que está sucediendo en el país. Luego de creerse participantes privilegiados de una gran revolución nacional y popular, una que, nos aseguran las consignas sensibleras que han garabateado en vaya a saber cuántas paredes, haría de la Argentina el país más amoroso del universo conocido, no pueden sino sospechar que la presidente corre el riesgo de terminar como el odiado compañero Carlos Menem. Al entender que no le convendría seguir asustando a medio planeta disfrazándose del "ayatolá de las pampas" o el equivalente criollo de Muammar Gaddafi, el riojano optó por metamorfosearse en un neoliberal filoyanqui para entonces ponerse a privatizar todo a su alcance.

Pues bien: ¿cómo explicarles a los militantes lo de Repsol, las charlas amables que está celebrando Jorge Capitanich con narcosocialistas y ultraderechistas vendidos a capitalismo salvaje, la prevista reconciliación con los malignos técnicos del FMI y tantas otras aberraciones?

¿Y qué quería decirles Cristina cuando, para asombro de sus partidarios, decidió vestirse de blanco en vez de negro? Es como si un buen día Fidel apareciera ante una multitud de aplaudidores sin la barba marxista que ha ostentado durante tantas décadas irremediablemente perdidas y, para que no quedaran dudas, reemplazaran en La Habana los retratos de venerados próceres izquierdistas como el Che por otros de Adam Smith, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, de tal modo informándoles que la Revolución entraba en una fase nueva. Los militantes rezan para que sólo haya sido cuestión de trucos ideados por los asesores de imagen K para despistar a los imperialistas hasta que desembolsen el dinero que necesita el modelo, pero algunos temen que la cosa vaya en serio.

El desconcierto que sienten los angustiados por las volteretas presidenciales puede entenderse. No tendrán una respuesta a las inquietudes que los atormentan hasta que los filósofos de Carta Abierta hayan redactado una nueva encíclica en torno a la espesura de los hechos y otros temas medulosos que sirva para que todo sea más claro. Mientras tanto, los más esperanzados se esforzarán por convencerse de que los cambios que se han producido a partir del regreso posoperatorio de Cristina tienen algo que ver con el golpe en la cabeza que le produjo un hematoma, que se trata de un régimen terapéutico novedoso destinado a librarla de estrés y que, en cuanto se haya recuperado, todo volverá a ser como antes.

De tratarse de otro gobierno, el que el kirchnerista haya adoptado una postura más realista porque así lo exigen las circunstancias no llamaría la atención. Es lo que suelen hacer los de países democráticos cuando las cosas se ponen feas. Pero los militantes suponían que, con Cristina en la Casa Rosada, todo sería diferente. Apostaban a que el gobierno de la señora continuara desafiando los números que, como sabe todo rebelde que se precie, son los peores enemigos del género humano, razón por la que el INDEC los puso entre rejas para que dejaran de molestarnos. Compartirá su postura el papa Francisco; como el buen peronista que es, acaba de declarar la guerra a la vil dictadura numérica.

Pero no sólo es cuestión del desdén altanero por las estadísticas que, a juicio de los militantes K, siempre ha de manifestar un gobierno popular reacio a someterse a la tiranía neoliberal, de ahí su voluntad de beatificar a Guillermo Moreno. Cristina hizo de su presunta fidelidad a un "modelo" decididamente heterodoxo un arma política bastante poderosa que le ha servido para movilizar el rencor de quienes se sienten abandonados a su suerte en un mundo inhóspito que no los comprende. Fue en buena medida merced a la ideología que confeccionó la presidente con la ayuda de historiadores revisionistas y otros contestatarios que disfrutaron de popularidad cuando era una estudiante en La Plata, que logró asegurarse la adhesión entusiasta de miles de partidarios jóvenes y también congraciarse con progres más maduros que, por sus propios motivos, deseaban regresar al país de varias décadas atrás.

Aunque el relato kirchnerista no es tan imaginativo como el chavista, con sus pajaritos parlanchines, almas transmigratorias, piedras que nos miran y otras especialidades caribeñas, le ha supuesto al proyecto de Cristina ciertas ventajas sobre los demás movimientos. Si bien es imposible estimar cuánto ha aportado a la causa, por lo menos ha ayudado al gobierno a organizar un ala juvenil que, además de aplaudirla, se ha apoderado de lugares en el ciberespacio que usa como plataformas desde las cuales puede bombardear a los escépticos con insultos, en ocasiones pintorescos, y a veces amenazas truculentas. Hubo un tiempo en que los impresionados por el despliegue de tales recursos propagandísticos nos decían que, gracias a los chicos, los K habían ganado la batalla cultural, pero ya están batiéndose en retirada, derrotados por los malditos hechos concretos.

Para difundir su propia versión de la realidad, Cristina y sus acompañantes han invertido muchos miles de millones de dólares en propaganda. Subsidian con dinero público a contingentes nutridos de intelectuales, "artistas", pensadores orgánicos, periodistas, blogueros y así largamente por el estilo. Mercenarios o creyentes sinceros, todos se han puesto al servicio del relato. ¿Les gustarán los nuevos capítulos de la obra que, según parece, serán radicalmente distintos de los entregados hasta ahora? Es poco probable.

Dicen que a la reina Victoria le encantó tanto "Alicia en el país de las maravillas" que ordenó a sus sirvientes enviarle el próximo libro de Lewis Carroll y que, para su sorpresa, le regalaron "Un tratado elemental sobre determinantes, con aplicaciones a ecuaciones lineales simultáneas y geometría algebraica" escrito por el profesor de matemática oxfordiano. Desgraciadamente para los ultra-K, ya parecería que el nuevo equipo gubernamental tiene menos interés en el país de las maravillas del Nestornauta y la Cristina Eterna que en el de los contadores que creen que, de agotarse el dinero, el país caería en bancarrota y que por lo tanto hay que hacer algo pronto para que el relato no culmine de manera tan fenomenalmente espectacular.

 







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